he besado los revoltosos labios del eterno
me ama, me toca, desea
le juzgo, me quema.
me subyuga el pensamiento
entrelazado con musculo sediento cansado de luchar y su sexo
se entrega a mis piernas como niño casto, temeroso se enreda.
Dios desea la carne se exita, se vuela y moja la boca.
ah! de placer oscuro a privado a los fieles.
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